La esperanza: Saber que se puede
El diccionario define la esperanza como un estado de ánimo que presenta como posible algo que deseamos, de manera que nos aporta la fuerza necesaria para seguir adelante cuando todo parece estar perdido, nos ofrece consuelo en los momentos malos, nos inspira y nos hace perseverar, y nos ayuda a enfrentarnos incluso a situaciones que parecen imposibles de soportar.
Tener esperanza depende de que sepamos encontrar una causa universal y permanente para lo positivo y considerar como transitorios los obstáculos, algo que no contaminará sólo esa experiencia y no el resto. Pensando de esta manera podremos superar las adversidades con más rapidez y caminar hacia el éxito con seguridad.
La esperanza también hace que tengamos objetivos, así como el entusiasmo y la inspiración para llevarlos a cabo, alimentándonos de pensamientos positivos que entre ellos se retroalimentan. Así, muchas personas que tienen esperanza saben aprovechar esto, aunque también es algo que puede aprenderse. Creer que podemos lograr un objetivo y tener claro el camino que nos llevará a conseguirlo es la manera de crear o fomentar la esperanza.
A veces hay que enfrentarse a situaciones de carácter doloroso, injusto o cruel que dificultan lograr lo que realmente queremos, pero pase lo que pase siempre hay una salida, y tenemos que tener la capacidad de verla o, si no existe, crearla. Es necesario tomarnos un tiempo para pensar en las opciones que tenemos aunque las respuestas no las veamos a simple vista. Tenemos que creer, pensar, y mirar más allá, teniendo siempre en cuenta nuestras propias fortalezas y utilizándolas a nuestro favor. Además, debemos confiar tanto en nosotros mismos como en nuestras capacidades más que nunca.
La esperanza es la que hace que imaginemos de qué podemos ser capaces, pensar en todo lo que hemos logrado, y utilizar nuestra fuerza en un área en aquella en la que lo necesitemos. Cada situación adversa es una oportunidad para nuestro crecimiento como personas, y si miramos más allá de lo que implica, no nos quedará un sabor amargo cuando haya terminado, aunque el momento sea demasiado doloroso para que podamos comprenderlo.
Nuestro crecimiento es posible gracias a esa lucha y reconstrucción de nosotros mismos, que rehace nuestros pensamientos y lo que somos para volvernos más fuertes, tener más perspectiva y entender que la vida es un regalo y vivirla con todo lo que esto implica merece de verdad la pena. Y es la esperanza la que hace que seamos capaces de cambiar a mejor.