Cómo aprender a perdonar
Se conoce como perdón la remisión de una pena merecida, una ofensa que se ha sufrido o una obligación o deuda que aún no ha sido saldada. Y generalmente, cuando se habla de perdonar solemos referirnos a alguien que es culpable, ya sea uno mismo u otra persona.
A menudo resulta difícil perdonar a alguien. Pero no nos resulta menos costoso cuando se trata de perdonarnos a nosotros mismos.
Perdonar es una decisión personal que podemos o no tomar. Pero no hacerlo puede tener consecuencias que no sólo son dolorosas, sino que pueden además ser permanentes. Y esto es así porque la opción de perdonar, cuanto más se aleja, más nos acerca al rencor, que antes o después llega a aflorar.
El primer paso para llegar al perdón y no guardar dentro ese rencor que lo único que hace es envenenarnos es darnos cuenta de que nos han hecho daño, admitirlo, reconocerlo. Pero aunque sepamos que nos han tratado de manera injusta, debemos dar este paso sin odio y sin guardar rencor. Lo que tenemos es que mostrar ese dolor haciendo saber que estamos enfadados por ello pero con el objetivo de informar, no de recriminar.
Una vez dado ese paso tenemos que estar muy seguro de si queremos o no perdonar, ya que como hemos mencionado anteriormente es una decisión personal. Si lo hacemos por obligación, entonces no estaremos realmente perdonando. Puede que olvidemos, pero siempre quedará dentro de nosotros un sentimiento negativo hacia quien nos hizo daño.
Cuando hemos tomado la decisión de perdonar, y no dudamos al respecto, debemos tener en cuenta que el perdón conlleva confiar de nuevo en la persona que nos ha herido. Y esto es algo para lo que deben esforzarse ambas, no es cosa de uno. Ambos tendrán que ayudarse el uno al otro porque recuperar de nuevo la confianza no es sencillo.
La siguiente fase es la cognitiva, que es en la que creamos los pensamientos orientados al perdón. Y esto resultará más fácil si pensamos en la persona que queremos perdonar como un todo. Esto significa analizar lo que esa persona significa en su conjunto en lugar de centrarnos únicamente en lo que ha hecho para herirnos, ya que su error puede haber sido un incidente aislado o provocado por una circunstancia determinada.
En este proceso siempre hay que ser lo más objetivo posible, ya que sólo así entenderemos lo ocurrido y no caeremos en la tentación de juzgar a esa persona para siempre mientras el dolor se queda enquistado. Una vez creamos firmemente en ello, los pensamientos sobre esa persona que queremos perdonar podrán expresarse en palabras.
El último paso es emocional, algo en lo que tenemos que trabajar para poder sentir que de verdad hemos perdonado y que la vida o relación con esa persona pasa a una nueva etapa. Y tenemos que trabajarlo porque no se puede volver atrás y hacer desaparecer lo sucedido. Cuando sintamos de verdad ese perdón será como quitarnos un gran peso tanto de nuestra cabeza como de nuestro corazón, y el dolor se convertirá en algo que ya ha pasado y que nos ha ayudado a aprender una lección que nos sirva en el futuro.